El presidente de Bielorusia, Alexander Lukashenko, ha advertido de que no habrá ninguna revolución en el país, pues no se consentirán actos de insurrección inspirados en las revueltas árabes e instigados a través de Internet.
Particularmente, Lukashenko descartó cualquier "revolución de color", en alusión a la llamada Revolución Naranja que entre 2004 y 2005 sirvió para poner fin al Gobierno de Viktor Yanukovich en la vecina Ucrania. Así lo ha recogido la agencia estatal Belarusian Telegraph Company, a su vez citada por la CNN.
"Superaremos cualquier dificultad y soportaremos los apuros que se nos imponen", ha declarado. A su entender, los instigadores de las manifestaciones quieren que los bielorrusos se arrodillen. "Eso no va a ocurrir", sentencia.
El domingo, la Policía detuvo a decenas de opositores durante los disturbios desencadenados a raíz de las del Día de la Independencia. En este contexto, Lukashenko adelanta que seguirá respondiendo con toda su fuerza a cualquier conato de disidencia.
A su entender, la oleada de manifestaciones de las últimas semanas se debe a actores exteriores que pretenden provocar el desorden público, para lo que recurren a activistas agrupados bajo la autodenominada Revolución a través de las Redes Sociales. Aunque el Gobierno ha cerrado redes como Twitter y Facebook, los activistas siguen organizándose mediante estos sistemas.
El descontento popular es consecuencia en buena medida del debilitamiento de la situación económica. La crisis bielorrusa responde a un considerable déficit comercial y a la generosa subida de salarios y concesión de préstamos por parte del Gobierno de cara a las elecciones del pasado diciembre.
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